jueves, 7 de julio de 2011

La hora

Yo  no uso reloj. Desde hace años decidí dejar de utilizarlo por diferentes razones. No es que no tenga relojes, pues hasta hace poco mi madre consideraba parte de su trabajo comprarme de vez en cuando un reloj bonito para que no anduviera sin saber la hora. No los uso. Ya no estoy acostumbrada a su peso en mi muñeca y si volviera a utilizar uno sería más como una bonita pulsera que como aparato para saber la hora.
Cuando usaba relojes me gustaban los de hombre. La sensación del tamaño de un reloj masculino me hacía sentir como en el libro de El Amante de Marguerite Yourcenar. Si dije el libro, porque la película me tarde varios años en verla, pero el libro lo leí a la tierna edad de 15 años (más o menos). En el primer encuentro entre el chino y la niña ella llevaba un sombrero y un cinturón masculinos. Eran detalles que la hacían verse fuera de lugar y al mismo tiempo sabías que el personaje no sería tan llamativo si usara algo más femenino o infantil. Al fin y al cabo era una niña-adulta y eso tenía que ser notorio.
Por eso usaba relojes masculinos y todavía, ahora que no uso reloj, me gusta utilizar objetos que parecen fuera de lugar pero que de alguna manera funcionan conmigo: prendedores antiguos, sacos de hombre, zapatos de colores extraños. Cosas así.
Todo esto venía porque no uso reloj. El asunto es ¿Por qué dejé de usarlo? Se supone que son útiles, nos dicen que hora es, si vamos tarde o a tiempo, si alguien va a llegar antes o después. Podemos concertar citas, hacer horarios, trabajar. Pero ¿Y vivir? Un día descubrí que el reloj me estresaba a niveles insospechados y no era culpa del aparato en mi muñeca pero si era la fuente de esa sensación tan desagradable, cuando se tensan los músculos del cuello y de la espalda alta porque hay algo que debería estar haciendo. Así que me quite el reloj y seguí con mi vida... si quiero saber la hora tengo un celular, y millones de personas que cargan reloj. Las tiendas, los cines, en todos lados te dicen la hora. El asunto es: el tiempo no es medible, el tiempo cambia, se mueve, dura lo que deseamos que dure y a veces nos sorprende y se termina antes de lo esperado.

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