viernes, 22 de julio de 2011

Karma

Soy una persona extraña. Si han leído la mitad de este blog ya lo podrán imaginar, si no, pues así es. Extraña. Creo en pocas cosas: en mí, en Dios y en las leyes o reglas que rigen el Universo. No creo en ninguna religión específica, no creo en la mayoría de las personas y siempre dudo un poco de la buena voluntad de los extraños y de los conocidos. Creo en la magia como aquello que no podemos (sabemos) explicar de manera racional y los milagros son, a mi parecer, actos que estan más allá de nuestra (mi) comprensión.
Todo esto va a que creo en el Karma o en algo parecido. Pienso que lo que los hindús llamaron karma hace siglos es parte de las leyes que norman el funcionamiento del universo, una especie de ley de causa y efecto. No es que alguien haya decidido que nos tenga que ir mal pero sí que cuando actuamos incorrectamente (o contra las reglas) va a haber una sanción y una respuesta. Una que probablemente no esperamos y no queremos tener.  También debe existir al contrario, lo que llaman dharma, es decir que a cada acto de bien o que sigue las reglas le corresponde uno igual. Nunca llega como lo esperamos, en la forma en la que lo deseamos ni cumple con las espectativas. Pero llega. Y si lo sabemos ver y disfrutar es realmente hermoso.
También creo que existe algo que tiene relación con lo anterior: la vida nos pone pruebas. O Dios. O el Universo. Como le quieran decir, le gustan los exámenes. Sorpresa, orales y sin haber estudiado ni una madre. Nos pone frente a gente que no soportamos para ver si podemos lidiar con ellos. Nos enfrenta con nuestros miedos más profundos para poder avanzar. Nos obliga a crecer y cambiar cuando es necesario. Y a veces, nos deja caminar solos para ver si aprendimos algo de la prueba superada. Hoy estoy en una de esas pruebas. Me agrada la idea de empujarme un extra para aprender algo nuevo. Además un amigo solía decir que si Dios te puso en ello es por que sabe que puedes superarlo.

¿Creen en algo? ¿En Dios? ¿En una religión? ¿En una persona? ¿En ustedes mismos?


Para bajarle a la profundidad de este post un poco de música propicia para viernes:

miércoles, 20 de julio de 2011

Yoga

Antes de empezar quiero hacer una aclaración: yo no soy budista, aunque me parece que Buda no estaba tan perdido. Admito que si practico yoga no es por un sentido religioso metafísico, tiene que ver, en principio, con cuidar mi cuerpo y mi salud.
Pero entonces ¿Porqué hablar de yoga? Pues por que llevo los últimos 6 meses practicando esta disciplina y hacía mucho que no me sentía tan bien como en este tiempo. No sólo tiene que ver con bajar de peso (que lo he hecho), o  con mejorar mi postura (que creo que también), es algo más absoluto. Es mejorar mi relación con mi cuerpo y aprender a aceptarlo y quererlo como es. Y practicar yoga me ha ayudado a lograr ese objetivo que no tenía pero que ha sido esencial para todo lo demás. No soy una flaca de 1.75 de estatura y medidas perfectas. No lo voy a ser. Mido 1.65 y tengo curvas como Christina Hendricks (quien se ha convertido en mi  modelo a seguir).  Me gusta sentir que mi cuerpo se alarga y se estira, me gusta la sensación de que mis piernas sean un poco más delgadas o que mi cintura esta más marcada, pero no vivo obsesionada por obtener una figura "perfecta" por que ya la tengo. Tengo la figura, el cuerpo, que es perfecto para mi.
Con el yoga he aprendido a respirar de nuevo. ¿Aprender a respirar? podrían decirme ¿qué, antes cómo le hacías? Pues el asunto es que sin darme cuenta, había perdido la conciencia del acto simple, común y sencillo, de respirar. Incluso había momentos en los que no respiraba. Nada. No sé como no me morí sin aire. La mística del cuerpo humano funciona de maneras que no comprendemos a menos que sea parte de nuestra formación. Así que ahora, todos los días me recuerdo que debo respirar. Tomar aire con fuerza y sentir como pasa hacia mis pulmones, como esa acción tan común se convierte en algo trascendente por que oxigena todo mi cuerpo.
También esta, no puedo negarlo, la parte de energía. En yoga hablan mucho de encontrar el equilibrio y el centro. Yo no soy tan evolucionada como para decir que tengo un equilibrio envidiable. Al contrario, tengo la propensión al desequilibrio físico y mental. Me refiero a que un día puedo hacer una postura sin ningún problema y al siguiente caerme sin más. De igual forma hoy puedo sentirme muy feliz y contenta y mañana estar cansada y algo triste. Pero desde que estoy en busca de ese centro me siento capaz de ubicar y controlar mi propio equilibrio y no sólo me refiero a lo físico. Además, como diría mi maestra, lo que pasa en la clase de yoga se refleja en la vida externa y en la vida interna, así como lo que sucede en el interior y el exterior se refleja en la clase.


PD: Las ilustraciones son de Írisz Agócs una ilustradora húngara y su blog es: http://artistamuvek.blogspot.com/

jueves, 14 de julio de 2011

Alevosía

¿Conocen esa canción de Luis Fernando Aute? ¿Alevosía? Habla de ese tipo de amor que no es completamente sano pero sin el cual no podríamos vivir.  Conocemos el resultado y aún así nos aventamos a tirarnos sin paracaídas desde un décimo piso. No hay final feliz posible. Queda uno con heridas que se cierran con el tiempo pero que siempre dejan cicatrices. Son el tipo de batallas que uno pelea con el corazón y con la esperanza de que por una vez no sea cierto lo que sabe y las cosas sean "para siempre". Pero "para siempre" sólo es "por ahora", no tiene mañana. Lo bueno de esos amores (llaménlos pareja o amistades) es que siempre queda algo, una lección aprendida, una mirada de conocimiento, un "yo ya pelee en esa guerra y conozco como termina". Estoy en un momento en mi vida en el que tengo una de esas relaciones a flor de piel y sé cuál es el camino, conozco como va a terminar, o mejor dicho, como el final llegará cuando yo estaba preparada para continuar. No tiene futuro, no hay mañana, no vamos a tener hijos juntos ni llegaremos a viejos (sólo de pensarlo me da miedo, nos la pasaríamos discutiendo todo el tiempo). Pero por ahora es lo que quiero. Es con quien quiero estar. Sé que cuando todo acabe por fin y, tal vez, por esta ocasión sea yo quien le ponga el punto final, me va a doler. Pero no puedo detenerme y si se me permitiera me jugaría toda la piel y el corazón. De todas formas, como dice Enrique Bunbury, yo ya perdí mi apuesta por el rock 'n roll.

Ayer fue un gran día en mi familia: mi mamá presentó su libro "Historia del Diseño Gráfico en México 1910-2010" en el Palacio de Bellas Artes en México. Se llenó la sala y todo el mundo alabó su trabajo. Admito que me siento muy contenta por ella y por que todo le este saliendo tan bien. Este libro costo mucho tiempo, dinero, esfuerzo y ánimo de muchos (sobre todo de mi mamá) para poder salir a la luz. Así que ahí esta,  mi hermano de papel, a la venta y puesto frente al público. Me siento muy orgullosa por la madre que tengo y me pregunto ¿cuándo estaré a ese nivel? Les paso un link respecto a la presentación:

http://www.conaculta.gob.mx/sala_prensa_detalle.php?id=14521

Esta ha sido la semana de los reencuentros y de los desencuentros. Estoy entre dos historias inconclusas que no logran cuajar y me pregunto si sólo podré encontrarles un final posible en la literatura. Se me ocurre escribir sobre esto y así, a lo mejor, encontrar algún tipo de resolución en algo que parece no empezar ni terminar. A veces pienso que la literatura sirve para eso, para encontrar un punto que en la realidad está perdido.

viernes, 8 de julio de 2011

Nubes

Como podrán ver, leer, estoy aprovechando que por el momento tengo algo de libertad cibernética en el trabajo. Intento no abusar pero me agrada la idea de escribir aquí un poco más seguido. Extrañaba hacerlo y los fines de semana no son muy propicios para esto. Me gusta estar aquí, en mi escritorio, sentada pensando y usando el teclado para algo mío. Desde mi lugar alcanzo a ver el cielo, las nubes después de una tormenta. Me pregunto si mi vida no esta definida por hechos similares: tiempos de tormenta, tiempos de calma, tiempos de sol y tiempos de lluvia. Calor, frío, humedad. Ahorita a pesar de las lluvias y el frío me siento cálida y soleada. Por momentos me dan ganas de gritar repleta de alegría, después entro en un estado de frialdad interna. En este instante siento un extraño calor interno, muy mío. Estoy contenta, feliz sería un extremo, pero también podría aplicarse ese termino. Feliz. Todo va bien. Es viernes, se termino una semana algo pesada y larga. Termine mi trabajo con tiempo y sin problemas. Estoy en camino de "recuperar" algo que no estoy segura se hubiera perdido o sólo tomo otra dirección. Talvez, sólo talvez, existe la posibilidad del amor. Nada es absoluto ni eterno. Todo se transforma y regresa con nuevas posibilidades.
Me pregunto si con amar debiera ser suficiente, como dicen algunos, o si en verdad necesito ser amada en consecuencia. También tengo la duda de si esto sucederá y me refiero a ser amada por una pareja pues amor recibo todos los días de mi familia y de mis amigos. También tengo la duda de si dejo de esperar que EL AMOR llegue, talvez, entonces si suceda. Cuando me pregunto estas cosas intento recordarme que a penas voy a cumplir 30 años, no 60. No soy Bridget Jones, aunque por momentos me le parezco en las compulsiones, el peso, los amores imposibles, la habilidad natural para el ridículo y el auto-humor involuntario. Espero no haber llegado al nivel de patetismo del personaje y deseo, de todo corazón, no llegar.
Como sea, necesito quitarme el humor Bridget de encima y dejar de pensar que el "sexy bastard" con el que trabajo se parece en algo a Daniel Clever (no lo creo, el de la película era Hugh Grant en sus mejores épocas y el que conozco sería la versión 4 pirata, jeje), o que algún día encontraré algún tipo de Mark Darcy con todo y aspecto serio, guapo, voz sexy y que se parezca a Colin Firth jajaja.

Para aquellos que no conozcan a la ridícula pero adorable Miss Jones les dejo primero el link para el primer capítulo del libro que se publicó: http://www.nytimes.com/books/first/f/fielding-diary.html

Segundo el corto de la película, que si no la han visto se las recomiendo, especialmente si son mujeres y están teniendo un momento down, en verdad puede levantarle el ánimo al más depre (conmigo lo logra, varias veces):

jueves, 7 de julio de 2011

La hora

Yo  no uso reloj. Desde hace años decidí dejar de utilizarlo por diferentes razones. No es que no tenga relojes, pues hasta hace poco mi madre consideraba parte de su trabajo comprarme de vez en cuando un reloj bonito para que no anduviera sin saber la hora. No los uso. Ya no estoy acostumbrada a su peso en mi muñeca y si volviera a utilizar uno sería más como una bonita pulsera que como aparato para saber la hora.
Cuando usaba relojes me gustaban los de hombre. La sensación del tamaño de un reloj masculino me hacía sentir como en el libro de El Amante de Marguerite Yourcenar. Si dije el libro, porque la película me tarde varios años en verla, pero el libro lo leí a la tierna edad de 15 años (más o menos). En el primer encuentro entre el chino y la niña ella llevaba un sombrero y un cinturón masculinos. Eran detalles que la hacían verse fuera de lugar y al mismo tiempo sabías que el personaje no sería tan llamativo si usara algo más femenino o infantil. Al fin y al cabo era una niña-adulta y eso tenía que ser notorio.
Por eso usaba relojes masculinos y todavía, ahora que no uso reloj, me gusta utilizar objetos que parecen fuera de lugar pero que de alguna manera funcionan conmigo: prendedores antiguos, sacos de hombre, zapatos de colores extraños. Cosas así.
Todo esto venía porque no uso reloj. El asunto es ¿Por qué dejé de usarlo? Se supone que son útiles, nos dicen que hora es, si vamos tarde o a tiempo, si alguien va a llegar antes o después. Podemos concertar citas, hacer horarios, trabajar. Pero ¿Y vivir? Un día descubrí que el reloj me estresaba a niveles insospechados y no era culpa del aparato en mi muñeca pero si era la fuente de esa sensación tan desagradable, cuando se tensan los músculos del cuello y de la espalda alta porque hay algo que debería estar haciendo. Así que me quite el reloj y seguí con mi vida... si quiero saber la hora tengo un celular, y millones de personas que cargan reloj. Las tiendas, los cines, en todos lados te dicen la hora. El asunto es: el tiempo no es medible, el tiempo cambia, se mueve, dura lo que deseamos que dure y a veces nos sorprende y se termina antes de lo esperado.

martes, 5 de julio de 2011

Días grises

Llevamos dos semanas de días absolutamente grises en la Ciudad de México. Grises, nublados, lluviosos. Después de poco más de un mes de sol y calor ahora el sol se esconde tras la neblina y no hay más que momento de calor. Normalmente me gustan estos días, pero ultimamente me pregunto si mi animo no se esta dejando pintar del mismo color. Tengo ganas de escribir sobre tantas cosas pero todo me parece tan sombrío, tan falto de luz. Hasta mi vestuario se ha convertido en un reflejo del clima. Uso colores para distraerme del hecho de que tengo frío y si por mi fuera no saldría de mi casa ni a la esquina, mucho menos a varios kilómetros de distancia a mi oficina. Pensar en lavarme el cabello o arreglarme me cuesta trabajo y no por que sea difícil si no por que el pensamiento que esta en mi mente dice algo así como: ¿para qué me arreglo si de todas formas me va a llover? ¿para qué me maquillo si luego voy a tener todo embarrado por el agua? ¿lavarme el cabello? ¿con el frío que hace? lo único que me falta es enfermarme de gripe.
Algo cierto, entre todas las incertidumbres, es que las últimas semanas han estado repletas de momentos de prueba. En el trabajo, en lo personal, en mi familia. A veces me siento como si alguien me hubiera metido en una bolsa de plástico y la trajera de arriba para abajo. Cuando me doy cuenta todo me duele, estoy cansada y lo único que quiero hacer es meterme a la cama y no salir hasta el próximo año. Eso me paso este sábado: me metí a mi cama y no salí, ni de la cama. No, no estoy deprimida (aunque a veces creo que estoy en una orillita esperando deprimirme). Estoy cansada. Tengo sueño, todo el tiempo tengo sueño. Pero no dejo de levantarme en las  mañanas y este fin de semana invite a alguien a cenar a mi casa. Como si fuera tan fácil.
Lo es. Es fácil. Es tan sencillo ponerse de pie y seguir caminando a pesar de todo. Me he caído tantas veces en la vida (literal y figurativamente hablando) que ya sé cuando reírme y cuando quedarme callada. Ya no lloro. Casi no. Y no soy muy fan de llorar en público, aunque a veces no puedo evitarlo. Usualmente lo que hago es sobarme el golpe, limpiarme las heridas -si las hay- y seguir caminando.
Ahora algo de música para alegrar y dar forma a este día:
Se llaman Clock Opera y son realmente buenos. Música electrónica para días lluviosos, digo yo.

Aquí va otra: The Feeling "love it when you call" en vivo en la BBC. Esta fue la primera vez que yo escuche a este grupo y me considero fan.

Y para finalizar The Strokes, que vienen a México en octubre y ¡voy a verlos! Es algo que me tiene contenta: voy al Corona Fest (Corona Capital hoy en día) y me tocará escuchar a varios grupos que de verdad me agradan como este, Portishead, Editors, etc.

¿Qué hacen en los días lluviosos? Además de seguir con la vida diaria ¿hay algo especial que les guste hacer? Yo admito que en estos días me dan ganas de hacer dos cosas completamente diferentes: quedarme en mi camita leyendo y salir a correr. Correr bajo la lluvia es liberador, extraña y completamente liberador. Supongo que lo de quedarse en cama es fantasía común: nadie quiere salir a mojarse y enfriarse. Si por todos fuera los días de lluvia serían de guardar. Pero también es lindo estar bajo la lluvia. El agua siempre tiene ese poder curativo y de limpieza. Limpia las calles, el cuerpo y a veces el alma.