miércoles, 23 de enero de 2013

En el espejo

No recuerdo si ya alguna vez escribí aquí sobre mis problemas de auto-percepción. Tampoco es que sea tan difícil de creer: tengo 31 años, estoy soltera, tengo sobrepeso. Mi autoestima es (¿era?), oficialmente, un asco.
Durante los últimos 5 años me he construido una muralla de auto compasión que da gusto ver. Recuperar la fuerza de voluntad para poner mi cuerpo en movimiento de nuevo me costó cuatro de esos cinco años. En el último año he ido recuperando mi amor por el movimiento, por el ejercicio y mi control con la comida. Creo que ya lo había comentado antes: soy comedora compulsiva. No tomo alcohol, no me drogo y hace tiempo no fumo. Pero en momentos de absoluta desesperación me puedo comer una bolsa entera de papas o una caja de galletas, y no, no exagero.
Extrañamente nunca he caído del otro lado. Nunca me ha llamado la atención matarme de hambre por meses o vomitar todo lo que haya ingerido. Conozco qué son la anorexia y la bulimia, las he visto actuar, conozco gente que se mueve en la orilla de ambos mundos. Pero nunca me han llamado. Supongo que son sirenas cuyo canto no me atrae.
¿A qué viene todo esto? A que desde hace tiempo me vengo cuestionando respecto a la idea que cada quien tiene de si mismo, pero también respecto a como las acciones de otros (conscientes o no, intencionales o no) pueden afectarla.
Ayer leía una nota sobre un sitio de chismes que atacó a una modelo, específicamente la nueva modelo del Sports Illustrated, diciendo que es una mujer gorda. Cuando lo leí y vi la foto de la chica, Kate Upton es su nombre por si alguien lee esto y tiene la intención de buscarla en google, me reí pero también me preocupé. ¿En qué mundo vivimos cuando una mujer delgada y saludable es llamada gorda? ¿Dónde quedamos aquellas que estamos del otro lado de la talla 8 (que en algunas marcas es considerada como talla "grande")?
Hablo en femenino porque es de lo que sé, aunque conozco hombres con el mismo problema y la misma discusión interna. Comer ensalada todos los días y subir escaleras para no subir de peso porque "no es atractivo". También creo que los hombres la tienen un poco más fácil, o por lo menos yo he visto muchos hombres con sobrepeso que tienen novias guapas.
Pero el asunto va más allá y se encuentra alojado en algo llamado amor por uno mismo. Porque lo de menos es estar delgada si cuando me vea al espejo seguiré viendo fallas y faltas. Porque hay hermosas mujeres con curvas y pancita que se tratan con tal amor que no queda otra más que quererlas. El asunto está en si me quiero como soy, con lo que tengo y con lo que veo día a día. Si no me quiero yo, así en mi peor momento, ¿por qué alguien más va a tener que hacerlo? Pero aun más importante: si no me quiero así ¿de verdad me querré más con 20 kilos menos y abdomen de acero?

Es aquí cuando bajar de peso es lo menos importante (y conste que no estoy diciendo que no es importante, sólo que deja de ser LA razón de ser). Lo importante es amarme con todo lo que tengo. Y si me amo, también voy a querer estar bien, no delgada, si no saludable. Bien. Es como dice una página de internet "Healthy is the new Skinny" ("Saludable es el nuevo estar delgado"). El asunto no es estar en un peso "ideal", es que donde este me sienta bien yo, conmigo.

Gripa

Escribir sobre la gripa, que imaginativa ando hoy ¿no?
En realidad lo que traigo es la mente agripada, el cuerpo agripado y la obligación de venir al trabajo a cuestas. Esa sensación embotada en la que todo parece tener otra resonancia y otro ritmo. El mundo continúa en movimiento pero ante mis ojos todo se mueve lenta y pausadamente. Incluidos mis pensamientos, que tratan de tomar decisiones y mover las cosas, pero mi cuerpo no responde o responde así, lento.
Gripe, resfriado, tos. Las enfermedades típicas del invierno parecen creadas para obligar al ser humano a descansar. Sólo durmiendo y descansando en casa se logra uno recuperar. Trabajar con gripa es complejo, pues la reacción de mi cuerpo es dormir, descansar, no tratar de resolver problemas o tomar decisiones.
Dicen que mi gripa es emocional. O resultado de haberme relajado después de mucho estres. También puede ser culpa del cambio de clima, o, como una compañera del trabajo no se cansa de repetirme, por salir con el cabello mojado de mi casa. O talvez sea, como dice mi bruja de desconfianza, que hay cosas que no digo y por eso se me cierra la garganta. Es posible que sean todas juntas.

martes, 1 de enero de 2013

Fin de año

Aquí estoy, en los últimos minutos del 2012, escribiendo en este tan abandonado blog.
¿Cómo ha sido este año? Interesante, repleto de emociones y de altibajos. Todavía no termino de reponerme del último empujón de 2 meses que hubo en el trabajo, ni de las emociones encontradas. No fue un mal año, pero tampoco fue todo lo que yo esperaba hace 364 días. El tiempo fue menos de lo que yo necesitaba, el trabajo mucho, los amigos presentes, la familia uniéndose. Pero logré algo que pensé estaba perdido: re-encontrar mi camino en la vida.
Me di cuenta de que había estado sujeta a los sueños de cuando tenía 20 años, aun cuando ya no estaba segura de que esos sueños fueran lo que más deseaba en la vida. Aceptar que la vida que quiero es otra, aceptar que necesito moverme para conseguirla, aceptar que ya no soy una niña de 25 años. Dejar ir. Esa fue otra lección de este año. Cerrar ciclos. Aceptar lo que se tiene y lo que no dejarlo fluir. Entendí que la vida me tiene reservadas cosas mejores, si yo decido trabajar para conseguirlas.
Este año decidí hacerme cargo de otro ser vivo, mi gato Teo, algo que nunca había hecho. Ha sido todo un reto, y todo un logro. Mi instinto materno y protector se despertó de su letargo y salió a saludar al sol. Admito que disfruto las tardes en que Teo se queda dormido abrazado a mi o sobre mi estómago. También admito que a veces extraño mi absoluta soledad, pero agradesco su existencia en mi vida, porque me obliga a levantarme todos los días y a preocuparme por algo, alguien, más.
Tal vez la lección más dura, difícil y hermosa de este año, fue aprender a querer a la persona que soy y dejar de esperar que algún día voy a despertar siendo otra. Amo a quien soy, con los kilos de más, con las sombras bajo los ojos y el gusto por la ropa vieja. Amo mis gustos musicales eclécticos y mi estilo tan particular para vestir. A veces pienso en sí podré ser de otra manera y la respuesta es si, pero entonces ¿seguiría siendo yo? Aprender a estar conmigo, pero aún más importante, a querer estar conmigo y admitir que soy la mejor compañía que puedo tener cuando nadie más está a mi lado.
Este día, mientras suenan los cuetes y fuegos artíficiales, mientras otras personas celebran en familia, yo estoy aquí, escribiendo. Y tomando vino rosado espumoso. Recibo el año conmigo y con la certeza de que no estoy sola y mi soledad no es un castigo, sólo es una parte más de la vida que he decidido vivir.
Feliz 2013. Feliz vida. Feliz nueva era. Que encuentren lo que buscan y tengan lo que quieren. Pero más importante, les deseo que si se encuentran con su propio reflejo en el espejo no les de miedo, sino gusto y alegría.