martes, 1 de enero de 2013

Fin de año

Aquí estoy, en los últimos minutos del 2012, escribiendo en este tan abandonado blog.
¿Cómo ha sido este año? Interesante, repleto de emociones y de altibajos. Todavía no termino de reponerme del último empujón de 2 meses que hubo en el trabajo, ni de las emociones encontradas. No fue un mal año, pero tampoco fue todo lo que yo esperaba hace 364 días. El tiempo fue menos de lo que yo necesitaba, el trabajo mucho, los amigos presentes, la familia uniéndose. Pero logré algo que pensé estaba perdido: re-encontrar mi camino en la vida.
Me di cuenta de que había estado sujeta a los sueños de cuando tenía 20 años, aun cuando ya no estaba segura de que esos sueños fueran lo que más deseaba en la vida. Aceptar que la vida que quiero es otra, aceptar que necesito moverme para conseguirla, aceptar que ya no soy una niña de 25 años. Dejar ir. Esa fue otra lección de este año. Cerrar ciclos. Aceptar lo que se tiene y lo que no dejarlo fluir. Entendí que la vida me tiene reservadas cosas mejores, si yo decido trabajar para conseguirlas.
Este año decidí hacerme cargo de otro ser vivo, mi gato Teo, algo que nunca había hecho. Ha sido todo un reto, y todo un logro. Mi instinto materno y protector se despertó de su letargo y salió a saludar al sol. Admito que disfruto las tardes en que Teo se queda dormido abrazado a mi o sobre mi estómago. También admito que a veces extraño mi absoluta soledad, pero agradesco su existencia en mi vida, porque me obliga a levantarme todos los días y a preocuparme por algo, alguien, más.
Tal vez la lección más dura, difícil y hermosa de este año, fue aprender a querer a la persona que soy y dejar de esperar que algún día voy a despertar siendo otra. Amo a quien soy, con los kilos de más, con las sombras bajo los ojos y el gusto por la ropa vieja. Amo mis gustos musicales eclécticos y mi estilo tan particular para vestir. A veces pienso en sí podré ser de otra manera y la respuesta es si, pero entonces ¿seguiría siendo yo? Aprender a estar conmigo, pero aún más importante, a querer estar conmigo y admitir que soy la mejor compañía que puedo tener cuando nadie más está a mi lado.
Este día, mientras suenan los cuetes y fuegos artíficiales, mientras otras personas celebran en familia, yo estoy aquí, escribiendo. Y tomando vino rosado espumoso. Recibo el año conmigo y con la certeza de que no estoy sola y mi soledad no es un castigo, sólo es una parte más de la vida que he decidido vivir.
Feliz 2013. Feliz vida. Feliz nueva era. Que encuentren lo que buscan y tengan lo que quieren. Pero más importante, les deseo que si se encuentran con su propio reflejo en el espejo no les de miedo, sino gusto y alegría.

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