lunes, 4 de junio de 2012

El año de Tezcatlipoca

Tezcatlipoca era el dios de la dualidad, de lo blanco y lo negro. Se encargaba de dar y quitar. El otro día un amigo mío dijo que este año había sido el "año de Tezcatlipoca" porque había sido el tipo de año en el que la vida te da cosas y te las quita casi al mismo tiempo.
Este año aprendí mucho de mi y de otros, crecí, me enamore, conocí gente nueva, cerré ciclos, termine cosas. También murió gente muy querida por mi, me rompieron el corazón, perdí amistades, deshice pactos, rompí promesas, incumplí cosas. No ha sido un mal año. Tampoco fue uno bueno. No especialmente. Hay años marcados por la desgracia, por los logros, por las alegrías o por las tristezas. Este año hubo de todo.
Al observar a mi alrededor no hay esa sensación de "por fin termino el año", ni de "que buen año". La sensación general es de, no se como llamarlo, una especie de insatisfacción o frustración general: algo falto o no fue suficiente.
No me quejo, mi vida esta bastante bien. Tengo un buen trabajo, amigos que me quieren y con quienes cuento en las buenas y en las malas, familia pequeña pero amorosa. He aprendido a amarme por encima de todas las cosas, a querer quien soy y lo que soy. Aprendí que se requiere más valor para volver a amar que para encerrarse en uno mismo. Me duele el espacio que dejó mi abuelita pero agradezco haber estado con ella. También doy gracias por la lección de humildad ante la muerte y por las personas que han cruzado mi camino. Toda experiencia es aprendizaje. Todos los días aprendí algo nuevo.
Así que aquí estoy, diciéndole adiós a este año tan complejo. Fue un año agridulce y no a mucha gente le gusta ese sabor. Quiero ser agradecida por lo que aprendí, por lo recibido y por lo perdido. Este año quite mucho peso muerto de mi nave con la esperanza de navegar libremente el año que viene. Ese es mi único propósito para este nuevo año: navegar, soltar amarras y viajar hasta el fin del mundo.
Feliz fin de año y que el siguiente sea, como decían los mayas (realmente) un fin y un principio de todo y para todo.

Elecciones parte 1

El día de ayer cumplí con mi curso para ser secretario de casilla en las próximas elecciones federales, a celebrarse el 1o de julio. Este año será la tercera vez en mi vida que voto por presidente de la nación mexicana. Ayer, mientras estaba en mi curso, recordé que hace 12 años, con 18 recién cumplidos, fue la primera vez que pude votar.
Hace 12 años fueron unas elecciones históricas para mi país. Después de 70 años en el poder, el partido de estado tenía la seria posibilidad de perder la presidencia ante un partido de oposición. Recuerdo la expresión "voto útil" que en su momento llevó a muchos mexicanos a utilizar su oportunidad de elección, no para decidir quien sería nuestro gobernante, sino para sacar al partido que había gobernado al país durante tantos años.
Honestamente, hoy puedo decir que en ese momento mi voto fue para Cuauhtemoc Cárdenas, candidato de la izquierda mexicana y quien me parecía la mejor opción. Pero el resto del país pensó diferente y por una apabullante mayoría ganó Vicente Fox, candidato de la ultra derecha mexicana. Se logró el cambio, aunque no estoy segura de que fuera el cambio que todos esperaban y mucho menos el que mejor beneficiara al país.
Durante los siguientes seis años la figura del presidente se convirtió en un chiste constante. Todo él era gracioso y frases como "Y yo ¿por qué?", "cállate chachalaca" o "cenas y te vas" se convirtieron en parte del vocabulario popular. Ese fue un cambio. También creció la desigualdad entre ricos y pobres, la influencia del narcotráfico y la economía irregular. La corrupción, que suponíamos parte del otro partido resultó parte de todos los partidos políticos con la diferencia de que a estos les faltaba práctica y eran demasiado obvios en sus acciones ilegales. Definitivamente, no fue el mejor cambio.
En ese entonces yo estaba en la carrera y recuerdo a una maestra que aceptaba haber votado por el presidente porque esperaba una "transición democrática" que de verdad llevara al país a una mejor situación económica y social. El desencanto empezó a poblar las calles y las discusiones de política se convirtieron en una retahíla de "si hubieramos". Por lo tanto, cuando en las siguientes elecciones se levantó Andrés Manuel López Obrador como candidato de la izquierda, parecía la promesa de algo diferente, ahora sí.
Para quienes viven en México no es una novedad que esas elecciones las ganó por una ínfima mayoría el mismo partido que seis años antes, bajo la sombra de un muy posible fraude. El nuevo presidente, Felipe Calderón, se ha hecho fama de alcohólico, cruel, sangriento y francamente estúpido. No es gracioso y su guerra contra el narcotráfico a convertido a gran parte del país en territorio de una guerra civil.
Así llegamos al 2012, a las nuevas elecciones y a nuevas posibilidades. También el país se abre a cuestiones más profundas como ¿Es posible el cambio? ¿Qué se necesita hacer para lograr un verdadero cambio en el país? y lo más importante ¿Una persona es en realidad capaz de hacerlo o es una tarea que nos compete a todos?