lunes, 2 de julio de 2012

Elecciones, parte 2

Este domingo serán las elecciones y mi país, o por lo  menos un 60% del mismo, elegirá a quien considera la mejor opción para su futuro. Nuestro futuro.

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Hace tres días empecé esta entrada con la frase que pueden leer arriba. El viernes no pude concluir lo que quería escribir y hoy, pasadas las elecciones, me doy cuenta de que eso no ha perdido valor. Es verdad que hoy muchos mexicanos, poco más de 15 millones de los casi 48 que votamos, amanecimos con una sensación extraña: se eligió al candidato comodo. No es de derecha, no en el sentido absoluto como el partido que salió del poder con la cola entre las patas. Mucho menos es de izquierda, postura que parece peligrosa en estos tiempos. Es comodo. Fácil. Digo el tipo es guapo, agradable, inculto y popular. Es un candidato de los medios, construido desde las pantallas de televisión.

¿Qué pasará con México ahora?

Esta pregunta me la encontre en el facebook y en twitter, escrita en diferentes modalidades y mi respuesta es: nada. Cambiaran algunas cosas, seguro. Habrá movimientos políticos y talvez algunos de estos impacten a la población que no forma parte de la élite. Pero con México no pasara nada a menos que los mexicanos hagamos algo. Mientras nos quedemos derrotados pensando en lo que pudo ser, mientras permitamos  que la corrupción marque la pauta del día y mientras nos sigamos quejando de lo que otros no hacen. Cuando recordemos que el mundo mejor se construye en el día a día, ese día podremos hablar de cambio. Hasta entonces no pasará nada.
No hablo de utopías sino de realidades. Nos quejamos amargamente del fraude intentando meternos en la fila para ganar uno o dos lugares. Permitimos que la prepotencia tenga mayor poder que el trabajo y premiamos el nepotismo sobre el esfuerzo real. El día que como país dejemos de actuar bajo el precepto de "primero yo", ese día podremos avanzar, sin importar quien sea  nuestro gobernante. Cuando podamos ser tolerantes con el otro y dejar de insultar a quien piensa distinto, ese día podremos llegar a algún lado. Antes no. Porque continuar actuando de la misma forma nos quita la posibilidad de cambio.

Hablando de eso con una amiga esta mañana me decía "Debiera ser nuestra tarea averiguar de que manera podemos poner al gobierno a nuestro servicio". ¡Es cierto! Olvidamos que nosotros contratamos a los gobernantes y consideramos que ellos debieran decirnos que hacer. Como alguien que es empleada les puedo decir: mi jefe no me pregunta cuales son sus obligaciones, él es quien me dice lo que me toca. Algo que el movimiento estudiantil 132 dejó de lección es la denuncia ciudadana: si nosotros, como ciudadanos no denunciamos, las cosas van a seguir igual. Talvez no nos hagan caso la primera vez, o la segunda. Pero, como gotas de agua que golpean una roca, tarde o temprano lograremos erosionarla y cambiar su forma. Entre todos, todo el tiempo y de la mejor manera.

Para terminar quiero contarles algo sobre mi experiencia el día de ayer como funcionaria de casilla. No fue una experiencia divertida, pero fue una buena experiencia. Tengo un gran respeto por todos mis compañeros que decidieron (decidimos) aceptar esta responsabilidad: recibir, cuidar y contar los votos de los vecinos. Gente que no recibe un sueldo (ni los 1,500 pesos que les pagaron los partidos a sus enviados), que trabaja en su día de descanso bajo el sol, la lluvia y el frío. Es una experiencia interesante, que espero no tener que repetir en seis años, ni en doce.
Todo esto lo digo porque ayer me molestaba la actitud de los votantes contra los funcionarios, como si fuera nuestra obligación cumplir con sus peticiones. Imposible era explicarles que ninguno de nosotros estamos contratados por el IFE y que mucho menos teníamos algún interés extra para detener las votaciones cuando la lluvia nos obligó a hacerlo.

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Va desde este humilde y pequeño blog, un aplauso a todos los mexicanos que ayer, a pesar de la lluvia y del frío, cumplieron con su derecho (deber) de votar, por quien fuera, pero lo hicieron. Lo hicimos. Ojalá en un futuro pueda felicitar a mi país por aceptar un gobierno diferente, de izquierda.