domingo, 25 de septiembre de 2011

I am/ Yo soy

Han cambiado las cosas. Yo he cambiado. No es una frase hecha. Es una realidad.

Hace casi dos años cuando inicie este blog no sabía muchas cosas sobre mi o sobre lo que quería en la vida.

Había perdido mi brújula interna, el sentido a mi existencia y vivía sólo por el hecho de vivir. No tenía nada, adentro de mí estaba vacío. Era un fantasma, todo era gris y negro. Como siempre los libros eran mi escape, mis amigos y mis confidentes. Sonreía porque no sabía que otra cosa hacer y porque alguna vez un amigo me dijo que era mejor sonreir que estar tristes. Aún cuando no todo tu ser sonríe. Yo sé hacerlo. Sé sonreír sólo con los labios de tal manera que sólo quien me conozca bien podría observar que mis ojos no sonríen. Cuando río, cuando es de verdad, desde lo más profundo de mi ser, se nota. Quien me conoce lo nota.
Pero hablaba de hace dos años y de hoy en día. De como han cambiado las cosas y cuales siguen igual. Siempre he pensado que soy una mujer con el espíritu de un guerrero por dentro. Nunca dejo de pelear, incluso estando caída en el suelo me levantaba todos los días y me forzaba a seguir adelante. En los días más negros, cuando juraba que no había nada más para mí, cuando la "campana de cristal" me envolvía y pensaba que no iba a salir, incluso entonces me ponía de pie y seguí adelante. Talvez por eso estoy aquí, contandolo en voz alta. No me tomé un bote de pastillas, ni metí mi cabeza en el horno o me ahogué en un río. Me quede viviendo y seguiré viviendo.
Hace dos años, cuando me veía en el espejo no me gustaba. No me gustaban mis fotos. No quería verme. Creo que por eso casi no tengo espejos en mi casa. Porque en ese tiempo no podía verme a los ojos y cuando lo hacía desviaba la mirada. Hoy me gusta lo que veo, porque esa persona, esa mujer, soy yo. Esos ojos son los míos, esa sonrisa me pertenece y como eso todo lo que conforma mi cuerpo y mi persona. Hoy sé que soy fuerte, más fuerte de lo que muchos podrían suponer. Soy engañosa ¿saben? Parezco débil pero no lo soy, parece que la vida me ha tratado con cariño y que no tengo razones para sufrir. Pero no es cierto. Lo cierto es que he aprendido de las situaciones en el camino y las he convertido en experiencia, en conocimiento.
Sigo siendo una niña traviesa, siempre lo voy a ser. Todavía quedan remanentes de rebeldía. Soy capaz de tropezarme con mi propia sombra y pierdo hasta la cabeza. Me enamoro con facilidad y cuando le doy a alguien mi cariño me cuesta trabajo no seguir sintiendo afecto por las personas. Esta persona, esta mujer, no es perfecta. Pero es perfectible y todos los días encuentro razones para seguir cambiando y mejorando. No creo que en esta vida consiga la evolución absoluta, pero espero haber hecho un cambio importante.
¿Por qué hablar de esto? ¿Para qué escribirlo? Porque a veces se me olvida todo lo que he aprendido en casi dos años. Sólo en este año aprendí que podía amar de nuevo pero esta vez sin perderme en el proceso. Incluso aprendí que podía enamorarme y  dar marcha atrás. Estoy aprendiendo a deshacerme de cosas, de muchas cosas. Dejar de cargar tanto en mi espalda y empezar a hacer mis maletas espirituales para poderme mover. ¿A dónde podría irme si sigo cargando con todo?
Quiero compartir y recordar lo que hace no mucho me enseñó la vida: he crecido y he cambiado. Lo veo en mi manera de ver el mundo, en como me recupero de los golpes, en la manera de enfrentar las tareas y obligaciones e incluso en mi visión respecto a los demás. Pero, sobre todo, tiene que ver con cómo me veo a mi. Ahora, hoy, sé vivir conmigo. Ya no me duele dormir sola, ni me molesta llegar a casa en las noches. Todos los días hago un sincero esfuerzo por cuidarme. Todos los días me veo al espejo y veo a alguien a quien amo y por quien estoy dispuesta a vivir. No es sólo fuerza de voluntad, es algo más, algo muy mío. Soy un guerrero, un viejo cruzado dispuesto a pelear todos los días hasta el final.

martes, 13 de septiembre de 2011

Mean Girls

A veces me impresiona como la vida diaria se asemeja a las películas. Y no me refiero a ese cine hiperrealista que, por medio de imágenes intenta mostrar la realidad. Me refiero a como por momentos parecería que vivimos en una de esas comedias románticas gringas en las que suceden las cosas más absurdas. Me pregunto si es una de esas cosas en las que el arte imita a la vida o si en realidad hemos visto repetidas esas historias tantas veces que las convertimos en parte del inconsciente colectivo.
Una de esas historia es la de las "Mean Girls" o los "Cliques". Grupos de mujeres que se mueven como manada y que de vez en cuando aceptan a alguien de "afuera" para que se integre. Son representadas como mujeres que se sienten dueñas del lugar y maltratan a aquellos que consideran "inferiores". Es un cliché que se repite a lo largo de la vida: en la escuela, en la universidad, en el trabajo. Digo de mujeres porque son con los que más me he topado, pero también se de grupos así de hombres o incluso mixtos.

Todo esto viene al caso porque en mi trabajo hay un grupo así y durante un tiempo yo formé parte de dicho grupo. Desde el otro día no dejo de pensar en eso, tal vez porque me di cuenta de que no sólo ya no soy bienvenida en el grupo, ni incluida en sus actividades, sino que esto  no me causa pena y hasta lo agradezco. Así me quedé pensando en qué razones tuve para estar con ellas y cuáles para alejarme.
Pero empezaré esta historia por el principio: hace poco más de un año, cuando entre a trabajar donde ahora estoy. Es un lugar donde trabajan amigos que conozco desde hace unos años, además de una chica que fue mi compañera en la carrera. Cuando fue mi primer día la bienvenida general fue amable y cordial, pero ese día me encontré saliendo a comer sola. La verdad no me quejo, fue interesante y no me sentía con la seguridad de empezar a convivir, incluso con los viejos amigos. Al segundo día, la chica que fue mi compañera en la universidad se me acerco y me ofreció ir a comer con ella y su grupo de amigas. Ahí empezó todo.
Diario iba a comer con ellas, empezamos a organizarnos para los cumpleaños y para algunas salidas a tomar un trago o a bailar. Durante ese tiempo yo no estaba en mi mejor momento, más bien estaba en el fondo: había subido 30 kilos de peso, no quería salir a ningún lado ni ver a nadie y mi relación con la comida no era la más saludable. Pero también en esos meses, gracias a la terapia, me di cuenta de algo: soy comedora compulsiva (creo que es la primera vez que lo escribo así, sin más).

Del grupo de "amigas" dos tenían sobre peso y dos estaban delgadas, pero todas tenían una cierta obsesión con la comida y el peso. Había encontrado el nicho perfecto para mis inseguridades y mis miedos. La mitad de nuestras pláticas iban alrededor del peso, de la comida, de las dietas. Ahora que lo pienso, era increíble la cantidad de tiempo que nos quitaban esas pláticas. Además me sentía con la libertad de comer lo que fuera, igual no importaba, todas hacíamos lo mismo.
No sé decir cuál fue el momento exacto en el que me empecé a alejar. Fueron una conjunción de elementos que me movieron a otro lado y a otros intereses. Fue tal vez que me empecé a llevar con otras personas que a ellas no les agradaban. O que decidí tomar mi salud y mi vida en mis manos y empezar a cuidarme: traer comida hecha en casa, dejar de comer ciertas cosas, dejar de ir a reuniones o a comer fuera. O que me dejo de gustar la manera en que hablaban de los demás a sus espaldas y se me hacían molestas las bromas o burlas. Ya no quería portarme como si tuviera quince años, quería ser un adulto e integrar a más personas en mi vida. Quería cuidarme y ver por mi, no dejarme ni empezar a tomar una pastilla "milagrosa" que iba a cambiar mi vida.
Así me fui alejando.

No fue una decisión consciente, por lo menos no al principio. Pero después de un tiempo me cansé de intentar integrar esas dos partes de mi vida. En especial porque me fui dando cuenta de que yo no pertenecía a uno de esos lados. Siempre he sido una inadaptada social, me tardo en hacer amigos (aunque eso sí, los que hago son para toda la vida) y no le ando contando mis intimidades a cualquiera. Pertenecer a un grupo en el cual el ser íntimo perdía sentido y requería ser mostrado, e incluso prestado para burlas, insinuaciones y demás sutilezas se convirtió en algo poco atractivo y nada agradable.
Quien diga que las "Mean Girls" sólo son una mala película con Lindsay Lohan no tiene idea de nada. Existen y por alguna razón no se quedaron en la preparatoria.

lunes, 5 de septiembre de 2011

I wish I was the moon, tonight

Hay esos momentos en los que todo parece acomodarse por sí solo, como si por fin las piezas del rompecabezas empezaran a encajar de alguna forma inesperada. Así me siento ultimamente.
Estos últimos días tuve la oportunidad de verme con otros ojos, con los ojos del afecto y del amor. Con los ojos del crecimiento. Me vi y vi a quien alguna vez fui, a esa niña asustada que no sabía por donde caminar. Nunca he tenido tanto miedo y nunca he sido tan bendecida. Ahora me siento como si la vida me pusiera en un nuevo camino, uno en el cual tengo la oportunidad de hacer por otros lo que alguna vez alguien hizo por mi: estar ahí. Dificilmente podré olvidar a aquellos que me sostuvieron cuando me sentí debil, que me apoyaron cuando me pensé sola y que me quisieron cuando yo misma me había olvidado de mi. Estaré eternamente agradecida con todos ellos y cada vez que tengo la oportunidad de ayudar a otros siento que es mi manera de regresar al universo lo recibido.
La semana pasada estaba en un humor bastante melacólico. No dejaba de pensar en tantas posibilidades que no serían, en todos los caminos que se habían cerrado hace tiempo y en los últimos días. Tiene que ver con la belleza de ser dueño de uno mismo: a veces quisieras que alguien más tomara las decisiones difíciles pero al final sólo tú puedes hacerlo. Ser libre, libre para elegir, para cambiar, para moverte, también significa ser libre para encerrarte, para dañarte, para quedarte quieto. Es tal vez la sensación más compleja y hermosa del mundo: puedo hacer lo que quiera, pero primero necesito saber que es lo que quiero para poder hacerlo y después ser responsable de esa decisión.