lunes, 13 de junio de 2011

La soportable inlevedad del ser

Mi ser no es leve y mi corazón es un fácil de lo peor. Estas son mis reflexiones del fin de semana.

¿A qué me refiero con estas dos afirmaciones? Pues verán, la primera pareciera que tiene que ver con mi peso, pero en realidad tiene que ver con mi espíritu y su peso. Mi peso físico es una cosa muy diferente al peso que cargo en mi espíritu, con las experiencias y los aprendizajes recogidos en el camino. Ayer caminaba por una calle y se me juntaron una serie de recuerdos: novios, amigos, infancia, juventud, familia. Tantas cosas, tantas personas.  Y todos los días tengo un recuerdo nuevo, una nueva nota a pie de página para algún lugar. O para algún día, alguna persona, alguna hora. Por eso me gustaría viajar lejos, para crear memorias en espacios nuevos y con gente desconocida. También es por eso que mi espíritu pesa, pesa mucho. Por eso no puedo ser leve, no puedo andar como si nada por el mundo. Todo lo que soy tiene un significado e impacta en mi presente y en mi futuro.

Ahora, lo del corazón. ¡Es cierto! soy de corazón fácil. Facilísimo. Me refiero a que cuando alguien entra en mi corazón, cuando se gana un lugar entre mis afectos, me es muy difícil, casi imposible, cortar de tajo con ellos. El otro día hablaba del amor incondicional. Supongo que tiene que ver con eso pero sobre todo con que mi corazón, mi sensibilidad, no son exigentes ni piden demasiado. Me encariño rápido con la gente, me enamoro con una facilidad pasmosa y aunque una relación de pareja termine mis afectos no desaparecen sólo se transforman. Por eso sigo siendo amiga de varios de mis ex. Por eso sigo teniendo amigos que conozco de toda la vida y también por eso a pesar del tiempo y la distancia nunca dejo de querer a quienes han formado parte de mi vida. Han sido pocas las personas que he, concientemente, puesto a un lado del camino y no he vuelto a mirar. En esos casos ha sido por salud mental propia o por que la persona así lo quiso. Cuando digo por salud mental propia me refiero a que algunos eran personas tóxicas y dañinas que era mejor tener lejos. Y aún así cuando se comunican siempre soy amable pues recuerdo, además del dolor, el afecto.

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