martes, 30 de julio de 2013

Volver a correr

Haruki Murakami tiene un hermoso libro de ensayos llamado "En que pienso cuando pienso en correr" y hoy me acordé tanto de él.

Correr ha sido un misterio para mi desde la infancia. Cuando era niña no podía correr bien porque estaba condenada a usar unos horribles zapatos ortopédicos que pesaban más que el resto de mi cuerpo y con los que me tropezaba casi todos los días. El día que por fin me los quitaron pedí dos cosas: unos zapatos "de niña" y unos tenis. A partir de ahí comencé a correr. Primero me costaba trabajo y honestamente no era la cosa más agraciada al hacerlo, pero la sensación, esa libertad absoluta y esa posibilidad de escape se convirtieron en mi más grande anhelo.

Soy una corredora mediana. Es decir corro poco, me canso rápido y todavía no me atrevería a correr un maratón. Pero amo correr. Y desde hace una semana lo estoy volviendo a hacer con un nuevo significado. O, mejor dicho, con el mismo sentido que tenía hace 7 años cuando corría 4 kilómetros diarios: encontrar ese espacio en mi que es tan propio, tan personal que nadie puede quitármelo. Es mi momento de comunión con Dios y conmigo y por segundos el mundo a mi alrededor deja de ser importante y lo único que escucho es la música en mis oídos y el suelo bajo mis pies. No hay más.

El título de este blog es "volver" a correr, no sólo refiriéndome a la acción en sí, también al sentimiento que la acompaña. Corro para mi, para estar bien conmigo, para sentirme libre y tranquila. Corro para quitarme de encima el exceso de adrenalina y para pensar con claridad. Corro para detenerme un momento en el tiempo. Lo más importante es que no quiero detenerme, no quiero dejar de moverme.



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