Recuerdo la época en la que soñaba.
Cuando mis sueños y mis ideas sobre el futuro eran claros y precisos. Terminaría la carrera, iría a Europa a estudiar un doctorado, trabajaría en museos y galerías, me enamoraría de un hombre que me amaría sin medida, tendría tres hijos y un perro. Usaría vestidos elegantes y tacones altos, para diferenciarme de la chica universitaria de jeans y tenis. Traería el cabello largo, y estaría delgada pero no demasiado. Tendría una hermosa casa con jardín y una enorme cocina con todos los elementos necesarios para hacer un festín para la familia y los amigos. Soñaba que sería curadora de exposiciones, restauradora de grandes obras de arte, investigadora de temas importantes de la historia del arte. Trabajaría en lugares como el Louvre, la Tate Gallery y el MOMA. Mis servicios serían disputados por todas las grandes galerías del mundo. Viajaría a Nueva York y Londres cada semana. Me casaría con un muy bonito vestido blanco pero no por la iglesia, sino como en las películas gringas: en un jardín y con un juez de paz o un ministro. Mi futuro sería brillante, iluminado. Escribiría muy importantes libros que serían un súper exito de publicación y me volvería modestamente famosa (o no tan modestamente a según el sueño).
No hace mucho de esto. Todavía hace unos dos o tres años pensaba que eran una posibilidad. Creía, con todo mi corazón y la fuerza de una imaginación cuasi infantil, que todo era posible.
Hoy no estoy tan segura.
O mejor dicho, hoy estoy en el proceso de cambiar mis sueños y empiezo a cuestionarme ¿Realmente quiero todo eso? ¿Qué de todo eso quiero en mi vida y qué puede pasar a la sección de sueños guajiros?
Viajar, eso sigo queriendo hacerlo. Estudiar más, obtener el título de licenciatura y después uno de maestría y uno de doctorado. Trabajar en algo que tenga que ver con el arte, seguro. Sigo usando jeans y los tacones y yo tenemos una relación extraña de amor-odio que espero, algún día, volver más cordial. Sigo queriendo tener hijos y honestamente, yo si me quiero casar, aunque lo del vestido blanco y demás ñoñeces podría obviarlo. Quiero enamorarme de nuevo, de esa manera de la que hablan algunas personas, para siempre ¿saben? Enamorarme de alguien que me haga mejor persona y a quien yo haga mejor persona. Quiero escribir un libro, o dos o tres. Por lo menos terminar los que tengo en el tintero, ya con eso me conformo.
Todo lo otro, lo bonito, lo elegante, lo iluminado y brillante, creo que ya no me interesa. Me gusta el caos que conlleva vivir en el mundo. Tiene un encanto que lo otro no tiene. Ahora, más que sueños son una especie de planes a futuro. Es diferente como los veo y también las ganas que tengo de que sucedan. Ahora el asunto no es de cómo van a ser sino de qué voy a hacer para que pasen.
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